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domingo, 3 de junio de 2012

El efecto fliynn

Existe además un dato que parece contradecir el argumento de la tecnoestupidez. James Flynn, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, realizó un sorprendente descubrimiento a mediados de 1980: después de comparar los test de comparar los tests de inteligencia de distintos países a lo largo de diferentes épocas, llegó a la conclusión de que esta es una caracteristica que crece de forma imparable de generación en generación desde hace décadas.
El efecto Flynn necesitaba de una causa que encajara como la pieza de un puzle, y la tecnología se situó entre los posibles candidatos. Según esa hipótesis, los avances técnicos no solo no nos vuelven estúpidos, sino que contribuyen a aumentar nuestro desarrollo intelectual. En su libro Todo lo malo es bueno para ti, Steven Hohnson sugiere que el consumo de videojuegos o la exposición a la televisión han proporcionado los estímulos responsables del incremento generalizado de la inteligencia.


lunes, 16 de abril de 2012

Migrañas

Dolores de cabeza

Nueve de cada diez adultos sufren dolor de cabeza en algún momento de su vida. Las llamadas defaleas tensionales son las más frecuentes y suelen desencadenarse por un conflicto mental o emocional, por trabajo intenso o por periodos prolongados de estrés. Las migrañas, sin embargo, se producen cuando los vasos sanguíneos de la cabeza se estrechan temporalmente, lo que reduce el flujo de sangre y de oxígeno al casquete pensante.

Café malo para el coco

Las personas que consumen grandes cantidades de cafeína al día experimentan más jaquecas ocasionales, según una reciente investigación de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología publicada en el Journal of Headache Pain. Tras examinar a más de 50.000 sujetos, los médicos descubrieron que el consumo excesivo de esta bebida predispone a padeder dolor de cabeza crónico, es decir, durante más de 14 días al mes.

Actividad anormal

Till Sprenger y su colegas de la Universidad de Múnich, en Alemania, han detectado una actividad neuronal inusual y conexiones más intensas en ambos hemisferios cerebrales en las personas que padecen migrañas habituales, incluso mientras no les duele la cabeza. "Esto prueba que estamos ante un trastorno permanente del encéfalo". concluye Sprenger.

No más de cinco cigarros

La prevalencia de fumadores activos es un tercio más alta en personas que padecen cefalea a menudo. Además existe una relación directa entre el número de cigarrillos consumidos y la frecuencia de las crisis de migraña, de acuerdo con un estudio realizado por científicos del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander. En concreto, la probabilidad de tener cefalea aumenta a partir de 5 pitillos diarios. 

Ojos cuadrados 

Cuanto más tiempo pasamos frente a una pantalla, mayor es la probabilidad de sufrir jaqueca, sobre todo en adolescentes, afirma una investigación publicada en BMC Public Healt. La televisión, el ordenador y las videoconferencias nos afectan, como ha podido comprobar en la Universidad de Bergen, en Noruega, que asegura este fenómeno es más frecuente en mujeres que en hombres.

¡ Tápate la nariz! 

El 50% de las personas experimenta un aumento en su sensibilidad olfativa antes y durante un ataque de migraña. Se nota, entre otras cosas, en que son capaces de detectar olores a gran distancia. Además, un 64% de los afectados no puede soportar fragancias de perfumes y colonias durante la cefalea, y un 55% rechaza el aroma de ciertas comidas. 

Mejor con ejercicio

Con frecuenccia, los pacientes que sufren migraña crónica suelen evitar el ejercicio físico, lo que disminuye su resistencia aeróbica, es decir, la capacidad del sistema respiratorio y circulatorio de abastacer de oxígeno a los músculos mientras se mueven. Un estudio dado a conocer en la revista Headache: The Journal of head and Face Pain asegura que un programa de ejercicios controlado aumenta el gas vital disponible y reduce la frecuencia e intensidad de la molestia. 

La culpa es del tiempo

Científicos de la Escuela Médica de Harvard, en EE. UU, demostraron el año pasado que las altas temperaturas, las bajas presiones atmosféricas y los cambios en la humedad del aire contribuyen a las cefaleas. Para ser exactos, por cada 5 grados centígrados que asciende la temperatura, la probabilidad de sufrir dolor de cabeza se incrementa en un 7.5%

De la azotea bomba principal

Si con frecuencia sientes que tu cabeza está a punto de estallar, tienes más posibilidades de sufrir un ataque al corazón, apunta un artículo publicado en la revista Neurology. Las personas aquejadas de migraña también son más propensas a otros factores de riesgo cardiovascular, como diabetes, hipertensión y un exceso de colesterol en sangre.

Cuidado con la comida 

Algunos alimentos, como el vino, el chocolate y las conservas de pescado, cuentan con una alta concentración de aminas biógenas _histamina, tiramina, feniletilamina y serotina_. Su exceso en el organismo puede causar dolor de cabeza. El glutamato monosódico, que se usa como potenciador del sabor, y el aspartamo, empleado como edulcorante, también potencian este mal. 

Buena memoria

Las mujeres con un historial largo de migraña tienen mejor memoria que el resto de féminas. Así lo demostró Amanda Kalaydijan, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en EE.UU, que lo atribuye al consumo de medicamentos como el iburoprofeno, pero también a una reducción en el consumo de cafeína, medida preventiva que utilizan las personas aquejadas de cefaleas recurrentes. 

En tu fiesta me colé...

Alrededor del 1% de la población española ha sufrido en alguna ocasión dolor de cabeza antes, durante o después de mantener relaciones sexuales. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), se da más en hombres que en mujeres y puede producirse tanto en el momento previo de la excitación como después de tener un orgasmo. Suele durar entre un minuto y tres horas, y se considera benigno.

Mecanismo de la migraña

Los vasos sanguíneos_ en rojo_ se inflaman, lo que presiona los nervios contiguos_amarillo_ que se encargan de transmitir la desagradable sensación del cerebro. 
 Articulo de revista..MUY EXTRA....


domingo, 18 de marzo de 2012

EN LA MENTE CRIMINAL (JAMES FALLON)


Durante más de trece años, el neuroanatomista James Fallon ha escudriñado los escáneres cerebrales de psicópatas y asesinos en serie para encontrar en qué difieren sus estructuras cerebrales de las nuestras. El azar ha querido que Fallon se topara con un hallazgo que ni él mismo podría sospechar en un millón de años: su propio cerebro posee todas las cualidades que se esperan de una mente criminal.

Fallon no es un neurocientífico del montón. Simpático, extravertido, parece un volcán de ideas cuando habla con estusiasmo de su trabajo. Ha aparecido, representándose a sí mismo, en series de televisión como Mentes criminales, y no esperaba convertirse en una estrella mediática. Como investigador de la prestigiosa Universidad de California de Irvine ha logrado hitos significativos en la Investigación del cerebro humano, desentrañando los circuitos cerebrales para la dopamina y las endorfinas -las moléculas que nos causan placer-, o los genes que hay detrás de enfermedades como el alzhéimer y el párkinson.

Fallon fue el primero en caracterizar una molécula esencial para el crecimiento de las neuronas. Formó parte del equipo de expertos que asombró al mundo al demostrar que el mismo cerebro fabrica neuronas nuevas tras el nacimiento - a partir de las células madre adultas- haciendo trizas el dogma sagrado según el cual nacíamos con todas las neuronas contadas.

Su vuelco hacia la investigación de las mentes criminales ocurrió por casualidad. "Conozco todas las partes del cerebro", relata a El País Semanal, "mis colegas y psiquiatras en neurología suelen consultarme para que eche un vistazo a los escáneres cerebrales". A principios de los noventa, los expertos de Irvine probaban entusiasmados el nuevo escáner de emisión de positrones (TEP), que iluminaba las zonas del cerebro cuando se piensa, se reacciona ante una imagen o un sonido. Fallon atravesaba tranquilamente el campus de su universidad cuando se topó con un equipo SWAT (unidad policial de élite), que custodiaba el centro donde se encontraba la máquina prodigiosa. Al preguntar qué sucedía, los agentes le respondieron que estaban escaneando el cerebro de un asesino en serie. "En eso estaban mis colegas. Se trataba realmente de tipos muy malos". A Fallon le pidieron ayuda: un vistazo de una placa al año, o tres como mucho. Y aceptó. Sin saberlo, había abierto una nueva puerta para conocerse a sí mismo.

Hace ahora unos cinco años, la historia dio un giro inesperado, propio de un triller. Uno de sus colegas le pasó a Fallon de sopetón unos setenta escáneres de asesinos. Se trataba de un material muy valioso, por las dificultades legales para su obtención y estaba mezclado con otras placas de personas que sufrían esquizofrenia y depresión. Fallon vio en ello una oportunidad única para encontrar patrones cerebrales en un experimento ciego, sin saber quién es quién.
"Lo primero que le dije es que no quería saber a quién pertenecía cada escáner. Había entre cincuenta y cien cortes por cada cerebro, así que me mantuve ocupado un buen tiempo". Analizando las partes del cerebro que estaban iluminadas o apagadas, Fallon empezó a fascinarse cuando vislumbró un patrón, borroso al principio, que se asociaría de forma implacable con los criminales. Encontró dos zonas singularmente apagadas: la corteza cerebral encima de los ojos, qu se encarga de la ética, la moral y la toma de decisiones- lo que se conoce por el córtex orbitofrontal-, y la amígdala, debajo de la corteza, que procesa las emociones, la agresión y la violencia. Los escáneres reflejaban un nuevo retrato robot de tipos que cometían violaciones o asesinatos en serie, personas que tenían dificultades para emocionarse o dejarse impresionar por el sufrimiento ajeno, sin remordimientos. Carecían del freno que impone el lóbulo prefrontal a la hora de controlar los impulsos y decidir si una acción es moral o éticamente aceptable. En todos ellos, los circuitos que conectan los sistemas líbicos- el cerebro emocional del mamífero- con el centro racional del control de decisiones estaban dañados o desconectados.
Fallon empezó a despuntar en el campo de la crimonología cerebral, impartiendo conferencias en todo el mundo a partir de estos resultados. Las placas perfilaban una mente psicopática. Sugerían que los cerebros de estos criminales funcionaban de una manera singularmente distinta a los del resto. Al mismo tiempo, estaba involucrado en un ensayo clínico muy ambicioso sobre el mal de alzheéimer. Fallon analizaba placas TEP y de resonacia magnética funcional provenientes de personas sanas con antecedentes familiares, y añadía al conjunto los análisis genéticos en busca de posibles marcadores. El alzhéimer no tiene cura pero podría anticiparse antes de que aparezcan los síntomas. "El padre de mi mujer acababa de morir de alzhéimer, así que le dije: como parecéis gente normal, podemos meter vuestros escáneres en el estudio. Cuando vinieron los resultados de mi familia, chequeé la pila de escáneres que tenía sobre la mesa y me quedé bastante aliviado, ya que todo el mundo parecía normal. Fui hasta el fondo de la pila y me topé con un escáner que se parecía mucho a los escáneres de los asesinos, que estaban en una pila contigua. Pensé que se habían mezclado por accidente. Pero cuando comprobé el código, descubrí que era el mío, ¿Puedes imaginártelo?".
Fallon es, hasta la fecha, el único neurocientífico del mundo que tiene la certeza de que su cerebro se parece al de un asesino en serie. Es una oportunidad perfecta para observarse a sí mismo y alumbrar el misterioso mundo de la neurología criminal. Los expertos coinciden en señalar que los psicópatas exhiben una frialdad casi inhumana en su comportamiento. Son incapaces de conmoverse ante las emociones y las desdichas de los demás. Carecen de empatía y no tienen miedo al castigo al ponerse en una situación de riesgo.

"Tienen dificultades para percibir por parte de la amígdala las emociones morales, el sentido de la justicia, la piedad y la compasión", explica Vicente Garrido, profesor de la Universidad de Valencia y un experto en criminología. El psicópata imita en muchas ocasiones emociones que no siente y solo percibe como señales que ha de descifrar, finge estar apenado cuando en realidad no lo está- por culpa de este déficit. Su lóbulo prefrontal, el llamado órgano ejecutivo del cerebro, tiene otro déficit añadido; la amígdala no le avisa de los daños o el sufrimiento que se vaya a causar al tomar una decisión. "Frente a situaciones de miedo y horror, el lóbulo prefrontal del psicópata toma la decisión de mayor beneficio para el sujeto, aun cuando esas decisiones hayan sido castigadas anteriormente. Por eso se dice que los psicópatas no aprenden de la experiencia. Repiten comportamientos que otra persona ya no repetiría. Son egocéntricos y están centrados en sus metas inmediatas, que giran en torno al logro del placer y del control.
Ese recuerdo del castigo, del fracaso, no es relevante, porque la amígdala no le ha permitido instalarlo dentro de sus sistema de memoria".
Garrido describe en su nuevo libro Mentes criminales el perfil de algunos de los psicópatas, más célebres por lo terrible de sus actos. Uno de los más horribles fue Anatoli Onoprienko, apodado Terminator o El Diablo de Ucrania, quien llegó a declarar que "era como un robot con impulsos para matar. No siento nada". Desde enero hasta marzo de 1996, Onoprienko empleó hachas, cuchillos, armas de fuego y martillos para acabar con la vida de 49 personas. Elegía las casas fuera de las ciudades y entraba en ellas aniquilando a todos los miembros de la familia. Acabó con siete de ellas, incluyendo a los niños, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento. Incluso en una ocasión detuvo su coche y se dedicó a matar a los conductores que encontraba a su paso. Pero el psicópata va más allá de un asesinato aislado. No tiene necesariamente que matar.
Puede ser alguien deleznable, que explota a los trabajadores, desleal con sus amigos, que arruina la vida emocional de la gente que le rodea. Y por supuesto, convertirse en un violador o en un asesino en serie.
Por ello, el caso de Fallon es fascinante y extraordinario. ¿Podría haberse convertido realmente en un psicópata? Uno no alberga esa impresión, al menos conversando con él a través de la pantalla del ordenador. No siempre se tiene oportunidad de charlar con un científico que estudia a psicópatas y que admite que comparte muchos de sus rasgos cerebrales. "No soy un asesino", asegura este neurocientífico. En sus charlas, parte de la audiencia suele romper a carcajadas. "Verás que hablo de forma amigable y también muy rápido. La gente dice que soy simpático. Soy el tío que cae bien a todo el mundo cuando entra en el bar".
Pero Fallon desliza unas cuantas características personales que incitan a la preocupación. Al descubrir su nueva faceta en la placa cerebral, Fallon conversó con su familia, con sus colegas psiquiatras, con sus amigos, para que le expusieran la imagen que tenían de él. "Mi mujer no está terriblemente contenta con esto", dice. Y la principio no le gustó lo que escuchó. Un buen amigo suyo le comentó que era alguien que "no tenía escrúpulos". Con el tiempo, Fallon ha aprendido a verse a sí mismo con cierta distancia, como si fuera un conejillo de Indias, el científico que se explora a sí mismo. " No hago daño a la gente, pero manipulo a las personas. Es casi un reflejo, como un juego. Y soy alguien muy competitivo. No aguanto perder. Tengo que ganar en todo".

Fallon admite que siente mucha más empatía por los extraños que por las cosas que suceden en su entorno más cercano. Repasa su infancia y el retrato que emerge es el de un chico inestable; al principio, extremadamente religioso y muy moralista, fue nombrado chico católico del año en Nueva York. Cuando iba hacia el autobús escolar desde su casa, se obsesionaba por dejar el camino despejado en un radio de veinte metros recogiendo toda la basura que encontraba. Luego, en la veintena, casi se convirtió al marxismo dentro de su familia. Su madre sufrió unos cuantos abortos antes de concebirlo, y por ello recibió una infancia llena de amor y ternura. Y está convencido de que eso le salvó. " de haber tenido una infancia desgraciada, habría sido un psicópata", asegura convencido.
Vicente Garrido distingue entre sociópatas y piscópatas. Los primeros tienen una biografía en la que han sufrido maltratos o abusos sexuales - la infancia opuesta a la de fallon- y cuando eran niños crecieron en contextos subculturales muy violentos, como mafias y organizaciones criminales. El énfasis lo pone en el ambiente; puede ser un gatillo que acciona un mecanismo y cuando sucede no tiene vuelta atrás. Este profesor español habla de los niños de las favelas brasileñas, que en muchas ocasiones viven rodeados de drogas. No todos se transforman en delincuentes, pero a veces basta con poner una pistola en sus manos. O de los niños soldado de Sierra Leona o Uganda, raptados y sometidos a una tortura psicológica brutal. Terminan convirtiéndose en máquinas de matar.

"Se trata de una psicopatía adquirida por culpa de factores ambientales muy intensos que marcan la época más vulnerable del desarrollo del niño". Pero incluso entre esos niños soldados se ha visto que las diferencias individuales cuentan. Algunos pueden ser rehabilitados una vez rescatados de las garras de sus secuestradores. Otros ya tenían una tendencia innata hacia la violencia, por lo que su psicopatía será irreversible. ¿Cuál es la genética implicada? Un mes después de que Jim Fallon encontrara que su escáner cerebral era como el de un asesino en serie, celebró en su casa una fiesta familiar. Su madre, siciliana, tiene ahora 94 años. Le comentó con cierta malicia a Fallon durante aquella celebración que estaba dando charlas por ahí sobre cerebros psicópatas como si él creyese que pertenecía a una familia normal. Y le recomendó que contactara con su primo, que era editor de un periódico de Nueva York y que había descubierto un libro histórico que versaba sobre la familia del padre de Fallon.

Al escarbar en su genealogía, este neurocientífico se quedó estupefacto. Cuando su madre era una niña, sus compañeros solían meterse con ella asegurando que era la Mafia por haber nacido en Sicilia. Pero el padre y los hermanos de ella eran traficantes de alcohol en Nueva York durante la Gran Depresión. Incluso su madre fue llevada en un camión cargado de dinamita hasta las montañas Catskill, en Nueva York, donde el mafioso Lucky Luciano tenía su casa.

Quizá había otros muchos que se ganaban así la vida en aquellos tiempos, pero resulto que la línea paterna de Fallon estaba salpicada de asesinos. Un antepasado suyo había matado a su madre a hachazos en 1667. "Fue el primer caso de matricicio registrado en las colonias americanas. En el libro se detallan siete asesinos más que estaban entroncados en mi familia". El último añadido a esta peculiar lista, poco esperanzadora, es una solterona, Lizzy Borden, que presumiblemente mató a su madrastra y a su padre a hachazos en el verano de 1892, en Nueva Inglaterra. Como confiesa este neurocientífico, "sabía que tenía que examinar a fondo mi genética. Toda mi familia tenía una mezcla de genes de bajo y alto riesgo. Pero el problema es que yo tengo cada uno de los alelos genéticos de mayor riesgo. Desde el llamado gen guerrero, y otros que tienen que ver con los receptores de la serotonina y transportadores de la norepirefrina. La verdad es que parece que tendría que estar en prisión".

El gen guerrero no es más que un epíteto añadido a un nombre nada exótico para una molécula, la enzima monaminooxidasa A (en inglés, monoamine oxidase A o MAOA), cuyo quehacer en el cerebro tiene un peso importante: se le ha relacionado con el comportamiento agresivo y violento. Se trata de una proteína cuya función consiste en deshacer los neurotransmisores cerebrales como la dopamina, la serotonina y la norepirefrina. Algunas variantes del gen que segregan cantidades excesivas de la enzima tienen por consecuencia una escasex de estos neurotransmisores, lo que da lugar a depresiones y esquizofrenia. Otras versiones defectuosas de alto riesgo segregan, por el contrario, insuficientes cantidades de la enzima. La consecuencia es una tormenta de neurotransmisores en el cerebro que dispara la agresividad.
El gen MAOA se ubica en el cromosoma X. Al estar ligado al sexo, sus efectos son más patentes en los chicos, que tienen un solo cromosoma X, que en las chicas, que disponen de una pareja y, por tanto la posibilidad de conservar en el otro cromosoma un gen sano. A principio de los años noventa, los científicos establecieron una conexión entre el comportamiento violento de un grupo de hombres de una familia holandesa y el gen MAOA. Los hombres sufrían un ligero retraso mental, pero eran muy violentos. Dos de ellos eran pirómanos, otro atropelló a un empleado y otro después de violar a su hermana, acuchilló al guardián de una institución mental con un tenedor. En todos los casos, los individuos tenían versiones defectuosas del gen de la monoaminooxidasa.

El gen guerrero ya ha dejado su huella en las decisiones judiciales, especialmente en un caso sórdico ocurrido en Estados Unidos: octubre de 2006. La policía responde a una llamada y acude rápidamente a la caravana de Bardley Waldroup, en las montañas del Estado de Tennessee. Los agentes encuentran un escenario dantesco: restos de sangre por todas partes, en las cortinas, en el suelo en las paredes, y un machete.

Una mujer, Leslie Bradshaw, con la cabeza cortada y ocho disparos a bocajarro. Leslie había pasado el fin de semana fuera con la esposa de Bardley Waldroup y los cuatro hijos de este. El hombre las esperó. Mató a Leslie, la decapitó y cortó un dedo a su mujer, tratando de acuchillarla. Ella habría muerto de no ser por la policía. Las mujeres habían encargado a un amigo que llamase a las autoridades si ellas no telefoneaban en un plazo de tiempo seguro.

El Fiscal pidió para Waldroup la pena capital. Un análisis genético realizado por el equipo de William Bernet, de la Universidad de Vanderbilt, mostró que Waldroup tenía la versión defectuosa del gen MAOA. En una crónica de la radio nacional pública americana (NPR) sobre el juicio, celebrado tres años después, Bernet dijo de Waldroup que "su constitución genética, junto con el hecho de que sufrió abusos cuando era niño, le hizo más vulnerable a la hora de convertirse en alguien violento". Los hechos convencieron al jurado, y la sentencia de muerte fue conmutada por una condena de 34 años en prisión. El caso del gen guerrero desató furibundas críticas. El psicólogo Nigel Barber tachó de "ciencia basura" la argumentación genética del equipo de Vanderbilt en un artículo de la revista Psychology Today, añadiendo que a este gen se le ha relacionado con el juego de los casinos, la agresividad, la depresión, y hasta el hecho de "vivir en un tráiller y sufrir abusos sexuales".


El gen MAOA sigue generando una publicidad que sobrepasa las páginas de las revistas científicas. Kevin Beaver, de la Universidad estatal de Florida, publicó recientemente un estudio que mostraba que era más probable que los miembros de pandillas urbanas que llevan escritos en su cromosoma X las versiones de riesgo tenían una probabilidad más de cuatro veces mayor de usar un arma de fuego. Pero, como critica el escritor científico John Horgan, el 40% de los pandilleros estudiados no llevaba el gen. En un experimento parecido a un juego publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) los científicos comprobaron que, de un grupo de 78 individuos sanos, los que decidían castigar de la forma más agresiva a un internauta que les estaba robando dinero (sin que supieran que se trataba de un ordenador) eran portadores del gen.

Las estadísticas siguen atizando el fuego. Otro informe publicado en la revista New Aealand Medical Journal sugiere que la forma defectuosa del gen MAOA es más frecuente en los feroces maoríes australianos (56%) que en los caucasianos (34)% y los hispanos (27%). El acervo genético de los africanos (59%) y los chinos (77%) sugiere que son más violentos. Con la salvedad de que se trata de trabajos que examinan a un número muy reducido de individuos.

Y estos porcentajes no se corresponden bien con las tasas registradas de homicidios anuales según los países. En 2010, Honduras y El Salvador, ambos de habla hispana, se colocaron en primer y segundo lugar (con una tasa de 78 y 66 homicidios, respectivamente, por cada 100.000 habitantes), siendo los más peligrosos del mundo. China tiene una de las más bajas (1,12) y España figura en uno de los últimos lugares (O,87) Estados Unidos figura en el puesto número 34, a pesar de que probablemente la sociedad americana es la que produce más psicópatas en el mundo. Resulta imposible determinar un número siquiera aproximado de asesinos en serie que operan en Estados Unidos. Garrido señala que los criminólogos James Fox y Jack Levin han identificado 558 asesinos en serie en ese país desde 1900. Estos expertos sugieren que quizá hay ahora activos unos 150 estos depredadores humanos, aunque el número de los que se ha incrementado de una manera espectacular desde los años setenta del pasado siglo.

La genética, pues, no lo explica todo. Jim Fallon admite que llevar escritos en su ADN las formas más peligrosas del gen MAOA le ha hecho recapacitar sobre la influencia real de los genes en el comportamiento humano. "Hace dos años era una especie de radical genético", confiesa. "Daba un poco de verguenza leer mis trabajos". Fallon creía que el peso de los genes en la conductas suponía el 85%. Ahora está convencido de que, pese a tener los peores genes, eso no significa que su destino vaya a estar escrito de antemano.

"El número de psicópatas parece que es estable desde el punto de vista cultural, aparece en todas las culturas y en números muy bajos". Las costumbres sociales son un buen freno y mantienen la influencia genética a raya. Este neuroanatomista ha viajado a lugares como Marruecos, estudiando el comportamiento de las tribus nómadas, lo beduinos y bereberes. Los análisis genéticos muestran que el gen MAOA aparace con la misma frecuencia que en los europeos e italianos. Pero estas tribus, asegura, han desarrollado sistemas sociales que han extirpado la cultura de los asesinatos. "Entre tribus no pueden recordar un asesinato en doscientos años, lo que es notable". Una pelea entre dos tipos suele durar algunos minutos y luego se decide en un consejo de sabios.

Fallon estima que hay unos cincuenta genes asociados a la agresión y a la violencia, y que, en muchos casos, estos genes se concentran en determinadas estructuras étnicas, como en Bosnia, Gaza o Los Ángeles, en piscinas genéticas que facilitan su trasiego a las generaciones posteriores, en lo que se llama violencia transgeneracional.
Fallon explica estos conceptos en los festivales de ciencia y es recibido como una estrella mediática. Colabora en el mundo del espectáculo realizando programas divulgativos sobre criminales, genética y cerebro.
En uno de ellos involucró a directores de terror como Eli Roth para comprobar, mediante su análisis genético y la exploración cerebral, si el creador de cintas de tortura gore como Hostel esconde algún aspecto psicopático. Por lo visto, Roth no se parece nada a Fallon. Es un tipo muy simpático y en su escáneres cerebrales se iluminan las zonas de empatía.

Los antiguos rasgos físicos que los anatomistas del siglo XIX creían ver en los criminales quedaron obsoletos. "Por entonces existía un gran entusiasmo en encontrar personas que no estaban adaptadas ni evolucinadas, pero no se tenía la perspectiva de que lo que funcionaba mal era el cerebro", explica Vicente Garrido.

Los genes equivocados mezclados con un ambiente negativo producen un cóctel explosivo, pero incluso bajo los peores escenarios la biología puede salir triunfante en personas que demostraron una construcción moral intachable, capaces de resistirse a cometer atrocidades bajo regímenes de terror como el de Hitler. Garrido indica algunos estudios fascinantes realizados en soldados alemanes que se negaron a cumplir las órdenes de dsiparar contra judíos, gitanos y homosexuales durante la Segunda Guerra Mundial, a riesgo de verse expulsados o de perder la vida. Estas situaciones contradictorias muestran que los científicos están aún muy lejos de desentrañar los mecanismo que operan detrás del comportamiento humano.

La Sociedad utópica del mundo feliz de Aldous Huxley se basaba en un férreo determinismo genético, por el que se podría controlar y dirigir la vida de una persona desde el mismo embrión. Pero en el futuro, dice Garrido, no encontraremos una píldora capaz de curar a un psicópata. En el mejor de los casos, una sociedad avanzada que ponga en marcha sistemas de detección para descubrir niños que con ocho o nueve años ya se comportan de manera cruel, y tratar su déficit emocional.

Fallon, por su parte, es consciente de que tuvo mucha suerte en su infancia. "Si te topas con un asesino en serie o un violador, ya no hay nada que puedas hacer al respecto. La gente trata de rehabilitarlos, pero la rehabilitación nunca funciona. Es un concepto romántico sostenido por algunos de que se puede dar la vuelta a ese asunto". La genética del futuro podría extraer una información relevante sobres un muchacho acerca de sus posibilidades de convertirse en psicópata, pero esos datos deben quedar en privado, constata este experto. " Estoy en contra del uso de esta información, excepto si lo hace la familia".




martes, 13 de marzo de 2012

Sexo es vida


Para millones de hombres, mantener relaciones sexuales es un gran trauma. En muchos casos se pueden curar pero en primer lugar deben consultar con un especialista.
Dos millones y medio de españoles padecen disfunción eréctil, según la Asociación Española de Urología. Es el trastorno sexual más común, seguido de la eyaculación precoz. Además, es importante destacar que el 90% de los problemas de disfunción eréctil tienen un origen orgánico, y se muestran como un indicativo de advertencia de que el organismo no está funcionando correctamente.
Un hombre con problemas de erección tiene un 50% por ciento más de posibilidades de sufrir un accidente cerebro vascular.
Sin embargo, los españoles son reacios a consultar a un especialista, y sólo un 20% acude al médico después de haber esperado una media de 4 años. La negación u ocultación del problema y la vergüenza a hablar del asunto son los principales obstáculos. En este sentido, las clínicas privadas han tomado la delantera ofreciendo a sus pacientes la privacidad y discreción necesaria para abordar y solucionar estos problemas con tratamientos personalizados.
Aunque las disfunciones sexuales se pueden tratar en la sanidad pública, cada vez más españoles prefieren acudir a un centro privado. Valoran aspectos como; salas de espera individuales, tratamientos ajustados a cada paciente y patología, no tener que comentar su problema con el médico de familia y ahorrarse un peregrinaje por varios especialistas, que puede durar meses.

martes, 7 de febrero de 2012

Autoestima un bien básico


No se suele mencionar la autoestima en la lista de bienes básicos imprescindibles para vivir bien. Los bienes primarios más reconocidos remiten a los llamados "derechos sociales" y son la educación, la protección de la salud, el derecho a una pensión y el subsidio de desempleo. Entre estos bienes básicos no figura la autoestima como un logro sin el cual nadie puede aspirar a ser algo en la vida ni verse con capacidades suficientes para llevar a cabo sus propósitos y hacer realidad sus sueños. Parece darse por supuesto que si alguien tiene acceso a la educación, a ser hospitalizado cuando está enfermo, a recibir una pensión cuando se jubila o a una compensación si se queda sin trabajo, todo ello es suficiente para que podamos sentirnos tranquilos y seguros de que nuestro plan de vida, seal el que sea, podrá llegar a realizarse.
En parte eso es cierto. La protección social que proporciona el estado del bienestar tiene como fin recortar las desigualadades y garantizar a todos, pero en especial a quienes no podrían obtenerlo por sí mismos, lo mínimo necesario e imprescindible para vivir bien. No se trata de una protección para vivir opíparamente, sin para que las personas puedan arreglárselas sin sentirse totalmente al margen de la sociedad en la que viven.
Pero no hace falta ser muy perpicaz ni hacer grandes investigaciones para caer en la cuenta de que alcanzar y mantener la autoestima es un poco más complicado. No todos lo consiguen, entre oras cosas porque los derechos fundamentales cubren unos mínimos tan mínimos para algunos que solamente con estos derechos la autoestima no florece.
A lo largo de la historia del pensamiento, algunos filósofos ya consideraron la autoestima como un valor que debíamos cultivar. No le dieron el nombre de "autoestima" que es una denominación muy de nuestro tiempo, muy propia de la querencia actual por la psicología. Aristóteles, por ejemplo se refirió a la virtud de la "magnanimidad", literalmente traducible por grandeza del alma.


Magnánimo era el ser virtuoso, el que poseía las cualidades que el hombre bueno debe adquirir a lo largo de su existencia - justicia, coraje, templanza y prudencia-. El hombre bueno, porque ha sido capaz de desarrollar todos esos atributos, puede sentirse orgulloso de ser como es, una persona buena y virtuosa. Es importante destacar que, para Aristóteles, la autoestima deriva de la posesión de la virtud; es decir; que el orgullo que siente el hombre virtuoso es un orgullo con fundamento moral, es la satisfacción por haber logrado algo que es costoso y que le convierte en un modelo a seguir. Sería absurdo, pensaba el filósofo Aristóteles, que el ser virtuoso ocultara el valor de sus virtudes. No debe hacerlo, debe estar contento de poseerlas y manifestarlo. Su autocomplacencia es legítima.
De forma distinta lo vio otro erudito varios siglos posterior a Aristóteles. Se trata del filósofo, economista e historiador escocés David Hume, en el siglo XVIII; el siglo de la Ilustración. Los tiempos eran muy distintos. En Europa, especialmente en el Reino Unido, había una democracía incipiente que pretendía acabar con los privilegios de la nobleza y el clero, reconociéndoles a todos los hombres el derecho de propiedad, que era la puerta de la libertad. Ser propietario significaba ser ciudadano de pleno derecho y permitía al sujeto estar orgulloso de ser quien era. La propiedad era la base de la autoestima.
El cambio, desde la época en que vivió Aristóteles, era inmenso. Por una parte, no era el ser buena persona lo que generaba autoestima, sino el tener propiedades. Por otra parte, el derecho a ser propietario y el derecho a la libertad se empezaban a proclamar como un derecho universal, aunque en la realidad, estaba lejos de serlo.


Menta sana (Jorge Bucay)